martes, 10 de febrero de 2015

La salud incompleta y el estigma de la salud mental

Tantas veces escuchamos decir a las personas que hay que vivir bien y sin embargo muchas veces no sabemos como hacerlo. No necesitamos estar enfermos para reconocer nuestros anhelos de conseguir una vida plena, pero sucede que cuando alguien lo necesita le decimos cosas como "tienes que ser fuerte" o "pon de tu parte" y no sabemos si sentirnos satisfechos con nuestra recomendación o tal vez debamos cuestionarnos si en realidad fue suficiente lo que aconsejamos en esencia. El problema es cuando de forma peligrosa pensamos que esa es toda la salud mental que podemos brindarnos como ser humanos. La respuesta es: a veces si cuando los problemas son cotidianos, simples, y a veces no cuando la vida nos coloca frente a un reto importante, complejo o trascendente.

María llega a la consulta angustiada refiriendo que está cansada de su esposo y piensa abandonarlo por que es irresponsable con el hogar y con los recursos económicos que desperdicia, el médico que la atiende recibe la queja de como afrontar la separación, sin embargo detrás de ello se percata que la paciente no sabe lo que está sucediendo con su esposo: está enfermo. Carlos, la pareja de la paciente ha cambiado desde hace pocos años hasta llegar a ser la persona de la que la esposa se queja, pero asociado a un  problema que ninguno de los dos se había percatado que existía: el consumo de bebidas alcohólicas. En efecto luego de una evaluación se determina que Carlos estaba abusando del consumo de alcohol, hecho que le había llevado a un cambio en su personalidad y a la pérdida de los valores que en otro tiempo admiraba. Tras el curso de algunos meses ambos viven en mayor armonía y la separación está lejos como en aquellos días. María nos cuenta:
"Al inicio no me imaginaba que mi esposo pudiera estar enfermo, pensé que simplemente se había vuelto malo con nosotros y que ya no nos quería, incluso pensé en quitarme la vida... no acudí a nadie por que me daba vergüenza ir a un psicólogo o a un psiquiatra, me decía que eso es para los locos, pero ahora se lo equivocada que estaba..."
Esa equivocación que nos narraba María, o dicho de otra manera: el estigma social de la salud mental, es la que aleja a seres dolientes o a personas que sólo buscan mejorar de aquellas posibilidades que nos brindan los buenos amigos, la familia o incluso los trabajadores de la salud mental que están a nuestro servicio.

Todos queremos gozar de una buena salud, salud plena aunque suene a solo ideal, pero como lo menciona muy bien la Organización Mundial de la Salud: no hay salud sin salud mental.

Ray Plasencia
Médico psiquiatra de Esprit Sain

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